Lecturas veraniegas - El blog de Federico - Libertad Digital Libertad Digital

Por : ujikiu / On : 13/10/2022

Dispuesto a quedar bien en este aperreado verano, cumplo con mi postergada obligación anual de contar en agosto lo último que he leído y puedo recomendar. Normalmente me limito a reseñar novela negra y grandes novelones del siglo XIX o XX, de los que duran una semana o dos. Sin embargo, las recomendaciones novelescas y anegradas de esta última temporada están en nuestros archivos, así que le pido a nuestro redactor jefe que rescate las de los últimos meses para que el que quiera oiga mi comentario y compruebe cómo obedezco a Isabel González. La fórmula es sencillísima: autor, título y, debajo, el link correspondiente. Consignaré las lecturas de las últimas semanas, en las que, como siempre que debo escribir algo, me acosa la voracidad lectora; ahí van autor, título y ficha de lectura.

Saki, El insoportable Bassington, Valdemar. 320 pp. Bolsillo.

No sé por qué siempre me había negado a leer a Saki. Seguramente lo creía –y lo es– un Woodhouse polvoriento y olvidado, pero ésta, que es la primera novela del satírico inglés, va mucho más allá de la sátira. Es de las novelas más tristes que he leído en mi vida. Humor primero, pena luego, melancolía al final. El destino como anécdota para tomar el té. Bueno, el helado.

Jeffrey Archer, El impostor, Debolsillo, 573 pp.

Iba para sucesor de Thatcher y fue un escritor soberbio en la década de los 80. Al final, se convirtió en víctima de una historia que él había novelado y que, por resumir, es parecida a la de Hugh Grant con la prostituta Divine. El libro mejor –a Luis Herrero le encanta–, pero sin reeditar e inencontrable salvo en Iberlibro, es La carrera hacia el poder. Lo leí hace mucho pero mientras no lo relea me parece magistral. Éste es más comercial y recuerda a la saga situada en la política de los USA y con una presidenta verosímil pero de estirpe reaganiana, o sea, inverosímil tras los Clinton y los Obama. Pero los errores judiciales, inducidos por el mal, casi siempre resultan amenos. La excepción, el último y atroz libro de Grisham La apelación. Este de Archer es grato, venial y su oficio sobrevive a cualquier embrollo.

Penélope Fitzgerald, La librería, Impedimenta, 180 pp.

Una de tantas gratas sorpresas de esas pequeñas editoriales que han brotado como hongos en los entresijos de las losas de los grandes sellos. La historia de una librería en un pueblo perdido de Inglaterra a mediados del siglo XX. No es algo genial, rarísimo y novísimo. Es, sencillamente, buena literatura.

Vikas Swarup, Seis sospechosos, Anagrama, 549 pp.

Su primera novela fue Slumdog Millionaire, que no he leído aunque me gustó la película. Esta es la segunda, trabajada, coral y tal y tal. Se lee bien pero le falta un editor como los Goncourt, que le quitaban a Verne un tercio del original, y muy bien quitado. La India actual con su complejidad legendaria y su corrupción a la mejicana. Pero no es tan buena como Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia (Joaquín Mortiz), o Arráncame la vida, la primera y mejor de Ángeles Mastretta, que, por cierto, ha sido llevada muy aseadamente al cine y puede verse en Imagenio. Lo de Vikas, para el que le guste la India, Bombay y Bollywood, pues bien.

Tom Rachman, Los imperfeccionistas, Plata (Urano Ed), 345 pp.

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Rara y sombría novela, con desarrollo desigual pero, en general, digna de ser leída y, por los pesimistas, paladeada. Todo es bastante inverosímil, pero la buena mano literaria lo salva. Y, atención, es la primera del autor.

Gabriel Zaid, Los demasiados libros, Debolsillo, 151 pp.

Sólo por el ensayo breve o artículo largo que da título al libro vale la pena comprarlo. El mejor de los pazianos de Vuelta está en plena forma. Sin alharacas pero, como siempre, de lo más civilizado. Un libro confortador.

Garci, Entrevistas, Notorius Ediciones, 288 pp.

Un libro sorprendente, cuyo mejor capítulo es la Autoentrevista, que se hace el propio Garci. Pero salvo las de Gistau y Prada, que son buenas pero demasiado bicomplacientes, para mi gusto, es muy, muy interesante leerlas. Sobrenada el libro esa mezcla de narcisismo y humildad, obsesión y clase media, mitomanía y el saludable hábito de quitarse importancia que Garci borda como nadie, o sea, como Garci. Como lo he tratado poco, aún no sé si estamos ante el personaje de un autor o el autor de un personaje; desde luego, lo contrario de Pirandello. Pero Garci es uno de los intelectuales más curiosos de la España actual, muy digno de ser leído. Como adenda, el libro tiene unas completísimas bibliografía, filmografía y guion-grafía. En esta última sobresalen los muchos guiones que nunca llegaron a películas, entre los cuales me ha sorprendido el de La gaznápira. Yo pensaba que en esa novela, que es la biografía lingüística de mi comarca, no había reparado nadie, pero sí. Tenía que ser, cómo no, José Luis Garci, tan listo, tan suyo.

Sor Juana Inés de la Cruz, Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. Cátedra. Edición de Celsa Carmen García Valdés. 508 pp.

Es increíble que no haya una película sobre Sor Juana, sin duda la mujer más brillante de nuestro Siglo de Oro, bellísima, inteligentísima, trágica. Octavio Paz la estudió en Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, pero yo preferiría un folletín a lo Douglas Sirk. O un biopic de época como la serie televisiva "Roma" pero con el vestuario de "Los Tudor". Con la mitad de la leyenda de Sor Juana es imposible no escandalizar y fascinar, sin excluir el compadecer. Belleza legendaria, escritora sólo comparable en su siglo a María de Zayas, poeta gongorina, con su veta popular incluida. Estas son sus dos comedias cortesanas. He leído Amor es más laberinto, título irresistible, y he encallado en Los empeños de una casa. Sólo para amantes del barroco. ¡Pero, ah, qué barroco!

Ludmila Ulítskaya, Mentiras de mujeres. Anagrama, 174 pp.

Perfecta lectura veraniega. Novela nada convencional, casi sucesión de relatos; autora nada conocida; punto de vista original y muy adecuado para comentar en la terraza, después de cenar. O en la cama, después de. Si se debate la diferencia en el mentir de hombres y mujeres puede no llegarse a.

Banana Yoshimoto, N-P, Tusquets, 186 pp.

La precocísima Kitchen (Tusquets) me gustó mucho. Recuerdo sobre todo una escena con la protagonista en la nevera, de lo más tragipop. Me aburrí en Amrita y ya no leí Sueño Profundo ni Tsugumi. Habré de reconsiderarlos, porque esta novela breve está muy bien. Rara como ella sola, japonesa al fin; pero, pese a su consagración académica, con talento. No abundó nunca y ahora, menos. Qué sociedad tan curiosa, tan extraña.

Arne Dahl, Misterioso, Destino, 492 pp.

Prueba de la decadencia del género de la novela negra en Suecia. No es la única pero sí muy llamativa. Recomendable a los estudiosos de las ruinas.

Johan Theorin, La hora de las sombras, Mondadori, 394 pp.

Buena prueba de la complejidad alcanzada por la novela negra sueca, que aunque esté agotándose y agotándonos produce piezas muy respetables, como esta de la saga de Öland, nada menos que cuatro volúmenes. A los amigos del género no les defraudará. A los que busquen algo más original, sí. Pero, desde luego, no promete lo que no da.

Michael Marshall, Los muertos solitarios, Roja&Negra, 424 pp.

Mientras Mankell hace el ridículo en Gaza y Suecia se aburre a sí misma, el género sigue en Estados Unidos su propio ritmo, con las ciudades de referencia clásicas. Aquí estamos ante la clásica caza de un asesino en serie que pulula por Seattle, Portland y North Hollywood. Algo convencional, incluído el retorcimiento y la manía de las claves musicales, pero de buen nivel. No defraudará.

Camila Grebe y Asa Traff, Te vigilo. Ediciones B. 385 pp.

Buena primera novela y fascinante solapa –todo un subgénero dentro del género– de dos hermanas de lo más sueco, sobre todo la mayor. Las nuevas fórmulas comerciales del género se cumplen fielmente, entre ellas la odiosa intercalación en letra cursiva del monólogo del asesino, que por principio hay que saltarse. Lástima porque hay madera, aunque no sea de boj, en esta pareja. No se deja nada a la imaginación: "te vigilo" se refiere, obviamente, a una mujer independiente que se siente espiada y con razón. Final flojo.

Charles Barbara, El asesinato del Pont Rouge, Ed Gallo Nero, pp 142.

Una curiosidad de 1855, por debajo de Poe y demasiado cerca de Murger, autor de las famosas Escenas de la vida bohemia, mala novela de gran encanto en la que se basa "La Bohème". Barbara nos muestra la vida pobre de los personajes de Murger, que aquí se llama Rodolphe. Estos detalles nos los dan unas excelentes notas a pie de página que hacen más legible la cosita. Es llamativo el culto folletinesco al aspaviento. Para coleccionistas.

Y algunas reediciones. Una, de Patricia Highsmith, La casa negra, en Mosaico Bolsillo, 327 pp. Clásica, oscura, desagradable, inmarchitable; Otra, de E.H Carr, Los exiliados románticos, Anagrama, 442 pp. Las fascinantes andanzas de los Herzen y compañía (Bakunin entre ellos) que llevaron a Isaiah Berlin a escribir Russian thinkers, aún sin traducir al español. Puede acompañarse con la reedición de Andrés Amorós de otro clásico nuestro: Vicente Lloréns Los exiliados románticos (SM). Y si se encuentra Teresa, de Rosa Chacel, biografía impresionista de la amante de Espronceda, mejor. Por recomendar que no quede, aunque quizás este año me he pasado un poco.

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